Un lugar lleno de vida...

El viaje al lugar estuvo lleno de sorpresas, todo bueno... no conocía la zona, nunca había estado en ese paisaje y la idea que tenía de el fue superada por mucho por la realidad.

Paraje natural de las marismas de Ayamonte e Isla Cristina, así se llama el magnífico entorno que rodea a estos dos municipios de Huelva, que suponen el final de España por el sur, en su frontera con Portugal.

Son dos pequeños municipios que se encuentran en el interior, pero en un interior muy peculiar, ya que la imagen es de pueblos pesqueros de la costa andaluza. Esto se debe a que se trata realmente de pueblos pesqueros que basan su riqueza en lo que les aporta el mar y el río y viven volcados hacia el difuso límite entre ambos, ese espacio sin limites donde el agua salada y el agua dulce se tocan, un entorno de agua salobre que los rodea y que origina un entorno propio formado por el océano Atlántico, los ríos Guadiana y Carreras y Las Marismas.

Anteriormente al viaje, tras escudriñar el lugar con interés, había decidido centrarme en las marismas, por lo que tras visitar otras zonas, comenzamos el recorrido por este paraje... El lugar desde fuera parece inhóspito, cuando te paras a mirar delante de él, no apetece entrar allí, parece que habrá barro y una vegetación nada interesante... parece un lugar vacío, sin vida, plano, sin color... y entonces, cuando estas a punto de dar media vuelta y marcharte, tu cabeza se queda en la nada y comienzas a escuchar, y a ver, y a oler y de repente sientes que todo eso no estaba allí, que toda esa vida ha aparecido de repente y cada vez ves mas cosas, en tu alrededor mas cercano, en el agua, en las orillas, en el horizonte, a ras de la vegetación, en el cielo... son pájaros, plantas, pequeños animales terrestres, peces, crustáceos... es un lugar lleno de vida!

Las marismas son un lugar impresionante... están llenas de sonidos, colores y movimientos que atrapan y te entretienen, dejando que las horas pasen sin ser consciente de que el atardecer se está acabando y que es hora de irse... aunque realmente te gustaría continuar allí a la espera de que el sol vuelva a asomarse y la vida del lugar continúe con su ciclo natural.